En respuesta a mi amigo Héctor, sobre posibles Index feministas (no pretendidamente prohibicionistas).
Mi entrañable y viejo amigo Héctor Castrillejo hacía un comentario crítico al respecto de una publicación mía de Facebook.Enlace aquí.
Es a propósito Emakunde (Insitituto de la Mujer del País Vasco) que "propone" 200 canciones libres de mensajes sexistas y que empoderan a las chicas de cara a las fiestas de verano"
A Héctor no le gusta un pelo mi introducción al enlace (si se quiere, se puede ver su comentario en el enlace proporcionado más arriba).
Mi respuesta es la siguiente, y la dejo aquí porque es demasiado larga para Facebook, y no se puede abrumar con rollos de estas dimensiones a la gente que está simplemente participando en un debate rápido.
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Amigo Hectorín. Lo siento, no puedo rectificar, pero no por chulería
-juro que no es mi tema, me paso el día rectificando y pidiendo
disculpas por errores y meteduras de pata varios y diversos-. No puedo, porque no veo
razón para ello. Me explico.
Sí, digo: "La
izquierda está a dos pasos de recuperar aquello de "una cosa es
libertad y otra libertinaje". Es una alusión a un típico
mantra conservador de siempre. A mí me lo han soltado, y a ti
también, en diversas situaciones y momentos. No digo que estemos
ante una prohibición en ningún momento, ni ello se infiere de
ninguna de las formas de mis palabras. Lo digo de nuevo: es un amago
de Index, quizás uno a la inversa, pero Index. Es una cosa fea, y para mí algo sucia. Es un Index que
“recomienda”, no prohibe, pero Index. De hecho, creo que está hecho con las mejores
intenciones, y en buena medida desde puntos de vista que yo comparto.
Sin embargo, me resulta indefendible, y criticable.
Por cierto, aunque
no se trata de una prohibición, no esta medida en concreto, pero a
nivel más general este tipo de iniciativas, sí están teniendo
efectos prohibitivos: se están suspendiendo conciertos, se están
censurando canciones (que son horribles, zafias y crutres, por
cierto, pero se están censurando, ese el verbo adecuado: censurar).
Jon (ver enlace) pone ejemplos de
canciones que “no deberían ponerse en ningún sitio si se es puro,
democrático, feminista y se defienden los derechos humanos”.
¿Tú te imaginas la
situación en una peña de Tabanera o en la Kantina de Agés? Cada
vez que ponemos un tema: “No, esta no, esta defiende la violación
y la necrofilia (Albert Pla… de Albert Pla no iba a quedar ni una)…
No, esta tampoco, porque aquí se puede inferir de algún modo la
defensa de… o un ataque a, esta no sé, no la entiendo muy bien,
vamos a preguntar al Tufo que ha estudiado filosofía...” Cada vez
que ponemos un disco en un bar, o hasta en casa, tenemos que estar
planteándonos el significado real, la pureza o corrección moral del
contenido de la letra, las posibles consecuencias en mentes que
debemos suponer necesariamente indefensas. ¿Te imaginas asumir
necesariamente el contenido de las letras, de los libros… Todos los
días haciéndonos cómplices de violaciones, de muertes, de micro y
macro-machismos, de violencias, de mierdas, de horteradas, de
apología de las drogas… Todos los días en lucha permanente por no
contaminar ni directa ni indirectamente a nadie con nuestras palabras
o con el uso y propagación de las palabras de otros.
Esto ya se ha hecho,
es un tema muy viejo y conocido. Se llama totalitarismo. No estamos
en ello, de momento, ni los promotores y promotoras de las famosa lista de 200
canciones son partidarias de dicho totalitarismo -todo lo contrario-.
Y sin embargo, están dando un pasito más en esa dirección.
Y todo ello, por
cierto, se hace sin pensar que una letra de una canción es algo
mucho más complejo de lo que parece, y algunas veces no defienden lo
que dicen, porque un texto es muchos más que una acumulación lineal
y aislada de palabras… Otras sí son defensas de cosas horribles
(como muchas canciones que a ti y a mí nos gustan, sin embargo,
porque en la vida hay mucho juego, y mucha paradoja, y mucha
complejidad).
Y en todo caso: yo
defiendo el derecho de poner la canción que te dé la puta gana.
Como defiendo también el derecho e incluso la obligación moral de
criticar un texto que tú consideres reprochable. Y me parece
maravilloso que se hagan libros, conferencias, programas de radio y
televisión en los que se analice cómo hay ideas de dominación e
injusticia que están por encima y por debajo de un montón de
canciones, de anuncios de radio y televisión, de eslóganes, de
textos aparentemente neutros, etc. Y son cosas que se deben discutir
en las escuelas, en los bares, por todas partes.
Sin embargo, creo
que las canciones, los libros, los poemas y las palabras en general
sean virus que infectan mentes blanditas y tiernas. No creo que las
palabras deban ser tratadas como bacterias peligrosísimas, como
entes potencialmente portadores de microbios mortíferos…
Lo que a mí me
espanta es que la izquierda cada vez esté más por colaborar en esta
ola prohibicionista, y en esta histeria, incluso en cuestiones de
pura expresión, también musical y artística. Es evidente que mi
comentario no afirma que es solo la izquierda la que está por el
tema de perseguir y prohibir, no puede ser así desde el momento en
que hago referencia crítica-irónica a un mantra prohibicionista
justamente de la derecha. De un conservador duro, de un reaccionario
se espera justamente eso: prohibir, restringir, rasgarse vestiduras,
echarse las manos a la cabeza ante frases, ante canciones, ante
bailes, ante todo lo que no se ajuste parezca ofender y atentar
contra unos supuestos principios incontrovertibles e inmutables,
sagrados. De un derechista duro se espera intolerancia ante lo que él
considera pecado o simplemente malo. Estamos definiendo nuevos
ámbitos de los sagrado, fuera de la religión. Una vez más: no es
nuevo. Se hizo y se hace en regímenes comunistas de tradición
estalinista, por ejemplo. Se hace siempre con todo lo relacionado con
la nación. El hombre construye más y más altares intocables, se derriban estatuas y dios, pero se esparcen otros inciensos, quién sabe si para copernsar. Y
a veces los humanos terminamos por asfixiarnos, y por no poder movernos
Yo no sé ya muy
bien lo que es o deja de ser la izquierda, en general, por más que me empeñe en usar ese término una y otra vez, pero mi
izquierdismo jamás va a pasar por entrar en este tipo de actitudes
puritanas, irracionales, intolerantes, castrantes, paranoicas…
Este espíritu de lo
sagrado y la defensa del dogma se está apoderando ya casi de todos y
de todo, y me da desazón ver cómo todos estos vicios viejos y
horribles son cada vez más transversales ideológicamente, son cada vez más una cosa "normal", no marcada por partidos o grupos sociales.
¿Tú te acuerdas de
las burradas que has escuchado y cantado? ¿Recuerdas el rock radical
vasco o la movida? Estamos entrando en una parálisis generalizada de
la capacidad humorística y juguetona, de la ligereza, de la
provocación, de la ruptura. Nos estamos convirtiendo todos a pasos
agigantados en curas de ceño fruncido, en ursulinas perpetuamente
escandalizadas con todo gesto y palabra impía. "¡¿Ay que ver, dónde vamos a
parar?!" Estamos ultrajados y violados de la mañana a la noche por comentarios
de humillación a las víctimas, apología del terrorismo y de la
violencia, odio a los gays, odio a los negros, odio a los blancos,
machismo, delincuencia, desorden, insultos al rey y a la patria, pitos al himno… Da igual si es
una canción que se canta borracho por la noche, o si es una poesía
dentro de una revista literaria surrealista, o un comentario de un
tertuliano, o una obra de unos titiriteros… “¡Blasfemia!”
Todos al jodido infierno.
De verdad, no es coña ni ironía, yo no sé qué
mundos habito, depende del día y hasta del momento. Procuro leer de
todo, como bien sabes. Eldiario.es es lo que más leo, de hecho. Y El
País, y El Mundo. Sabes que soy gran fan de Libertad Digital, y de
13tv, y la COPE, aunque últimamente menos, porque ya no aprendo nada
con ellos, se repiten mucho más que la morcilla. Por supuesto, tele.
Todo tipo de canales, españoles y extranjeros. Y leo prensa
extranjera, algo de Francia, algo de Inglaterra, a ratos bastante de
EEUU… Vivo en el monte, pero piso la ciudad a menudo, aunque solo
de visita, más bien turística. De aquí allí, también voy para mi
desgracia a muchos centros comerciales, cosas de los de pueblo. Eso sí, esos variados y confusos mundos en los que habito me dejan entrever cosas que no me gustan un pelo. Solo entrever, porque ni yo ni nadie puede aspirar a mucho más que eso: entrever los mundos varios y cambiantes que lo rodean desde su humilde esquina, desde detrás de sus ojitos siempre y necesariamente algo miopes y muy condicionados.
No estoy en ninguna
“lucha”, no formo parte de ninguna campaña (bueno, soy de
Amnistía y de Médicos sin Fronteras, pero hago poco más que pagar
la cuota). He buscado alguna lucha para unirme a ella, alguna
campaña. Pero nada, no encuentro ninguna. Me sigue indignando la
injusticia, y los ataques a las libertades fundamentales, como la
libertad de expresión, y como la libertad para que cada uno pueda
elegir y realizar su proyecto vital siempre y cuando no sea
incompatible con los derechos equivalentes de los otros. Esta supongo que es mi
lucha, soltar rollos en Facebook al respecto de estas cosas, y a
veces escribir entradas en mi blog que no lee ni dios. No doy para
más.
He dicho. Abrazotes.
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