La RTVE independiente y plural de PSOE y Podemos
Es bastante triste, aunque era previsible. Sigo el asunto de RTVE con mucho interés desde que el PP
perpetrara su asalto a la Radiotelevisión pública, hace ya unos seis
años. Seis años negros, de manipulación y miseria, de cutrez y de
servilismo, de sectarismo informativo mezclado con insulsez y
aburrimiento, de desprestigio.
Pues bien, Podemos y PSOE ya se han puesto por fin de acuerdo para
elegir nuevo Presidente. Ayer sonaban los nombres de Arsenio Escolar
y de Ana Pardo de Vera. El PSOE apostaba por Escolar (padre) y
Podemos por Ana Pardo de Vera (directora de Público). El caso de Ana
Pardo de Vera, en particular, a mí me ponía un poco los pelos de
punta, la verdad. Público es un panfleto infame: su información no
es información, casi todas sus columnas de opinión son soflamas
descerebradas, da igual el tema, -aunque no todos los columnistas son
iguales, a mí Escudier no siempre me disgusta, y tiene su chispa-.
Los propios tuits de Ana Pardo denotan una personalidad dogmática; una mujer de gran “compromiso” respecto de
sus prejuicios, que jamás tiene a bien argumentar ni justificar
(para qué explicar lo obvio y autoevidente, “estamos cansadas de hacer pedagogía”, ya se sabe).
Los candidatos de PSOE y Podemos respondían a criterios
estrictamente sectarios y estaban basados más en la confianza y la
afinidad ideológica que en los méritos profesionales. Se buscaba
gente con ideas y con actitudes previsiblemente favorables a la causa.
O sea, que Podemos y PSOE se han lanzado desde el minuto uno a
repetir y seguir al pie de la letra los mismo vicios que han estado
criticando al Partido Popular. En fin, previsible, aunque no por ello
menos patético y vergonzoso.
Hoy ya tenemos fumata blanca. El elegido es un tal Andrés Gil.
Dejo aquí una columna de opinión de Gil sobre el famoso
chalecito de Pablo y de Irene (del que ya nadie se acuerda, como era
también de esperar).
Como se verá, es un periodista de corte, de la corte de Podemos.
El tono servil hacia Montero e Iglesias resulta algo sonrojante, y su
forma de argumentar ni siquiera alcanza el nivel de la demagogia, es
más bien una cosita queijocosa, infantil y balbuceante en su afán
por complacer y defender a los amados líderes. En su día me topé
con este artículo por casualidad, buscando opiniones a izquierda y
derecha, para trabajar con ellas en una de mis clases de español.
Aquel día lo leí, me dejó algo perplejo, y luego comprobé su
autoría: Andrés Gil, redactor jefe responsable de Política del diario.es, nada menos. Me dejó asombrado que alguien con una
responsabilidad así pudiera escribir algo tan poco sutil, tan rastrero. Y este señor va a ser presidente de RTVE, si alguien no lo remedia.
De hecho, su nombramiento aún debe ser aprobado por el Parlamento, donde los nacionalistas, incluidos los independentistas,
deben dar su visto bueno. Aunque esto no debería ser un obstáculo.
En PDeCAT o ERC habrían preferido a Ana Pardo de Vera, una mujer de
Roures, directora de un periódico que ha sido y es lo más parecido
a un transmisor sin filtro de las propagandas del procesismo en
Madrid (incluidos bulos y tonterías de todo tipo). Pero el redactor
jefe de política de eldiario.es no está nada mal. La línea
editorial de El Diario se puede resumir en una actitud ferozmente
crítica ante los supuestos excesos represores del Estado; y un
guante blanco cada vez menos crítico hacia el procesismo, cuyas
acciones son consideradas unas veces como meramente simbólicas, y en
otras ocasiones como democráticas y de fomento de la participación
ciudadana (a lo máximo que se ha llegado es a calificar el procès
como un “error”). Resumiendo el resumen: eldiario.es es colauita
casi químicamente puro. No está mal como deslegitimador de las
acciones del Estado en Madrid, y como legitimador de los lloriqueos
del nacionalismo en Cataluña. Tener esto al frente de RTVE es una
oportunidad casi de oro para los amics del poble.
Las expectativas no pueden ser peores, o más bajas. Las reacciones de
los profesionales de RTVE están siendo muy negativas y críticas. No es para menos, y ello les honra.
Mi desapego con respecto a la clase política de este país, desde la
izquierda hasta la derecha, pasando por el centro, no hace más que
aumentar. Más que desapego podíamos hablar ya directamente de
desprecio.
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