Sobre Ignacio Escolar, sobre Pablo Hasel, y sobre falacias y manipulaciones.
Pues esta mañana resulta que le daba un “me gusta” (que los carga el diablo) a un artículo que enlazaba mi amiga Noelia, de Ignacio Escolar (link abajo). El tema es la condena a Pablo Hasel a dos años de prisión.
Hice click en el
jodido icono de “me gusta” porque en ese momento pensé que
coincidía con la idea básica y principal del texto: “No se puede encarcelar
a un tipo porque sea un bocazas; la expresión de opiniones, por muy
salvajes que sean, no debe merecer una pena de cárcel”
Sí, coincidía con
Escolar:
- Pablo Hasel es un
bocazas, un pobre descerebrado
- Sus opiniones son
lamentables, merecen ser condenadas moralmente, pero no con el código
penal.
Y el caso es que lo
leí rápido, y me quedé con una sensación extraña después del
clic, del dichoso “me gusta”.
Y lo vuelvo a leer
ahora, por la tarde. Y confirmo mi sospecha: Escolar hace demagogia, y manipula al final del artículo. Escolar, en otros tiempos un
“progre” blandito y racionalista -lo que le costó insultos por
parte de Hasel, y lo que a su vez lo empujó a bloquearlo en Twitter-, hoy
parece estar en otro rollito. En concreto, hoy da la impresión de
estar en el rollito de hacer méritos ante una audiencia que pide más
caña, más leña, más dureza y más demagogia a la hora de sacudir
y atacar al Imperio del Mal: el Estado español.
El meollo de la
cuestión, la clave de mi arrepentimiento, y cabreo, está en este
párrafo:
________________________________
“Los países del
mundo se dividen en dos. Aquellos donde las injurias y las calumnias
se castigan con una multa o una indemnización para los injuriados. Y
esos otros donde lo que dices o escribes te puede llevar a prisión.
En el primer grupo están Holanda, Suecia, Reino Unido y la gran
mayoría de los países democráticos. En el segundo, países como
Turquía, Rusia, Ucrania, Marruecos o la España de hoy”.
________________________________
Primero, habla de
“injurias y calumnias”, cuando a Hasel se le condena a dos años de prisión sobre todo
por “enaltecimiento del terrorismo” (Que en en el código penal
español implica no simplemente decir: “viva los GRAPO”, sino
incitar a la violencia terrorista. Los jueces han interpretado que
Hasel ha incurrido en eso; dos contra uno, con un voto particular
discrepante. Por cierto, es una ley que yo creo que habría que
derogar, sin más).
La intención de
Escolar es aquí clara: es más fácil criticar la sentencia y el
carácter autoritario del Estado si se habla de “injurias y
calumnias” que si se habla de “apología expresa del uso de la
violencia” (que, por otro lado, yo sospecho que él y bastantes de
sus seguidores quizás sí piensen que debería merecer algún tipo
de reproche penal, al menos en algunos casos).
Esto ya es de por sí
lamentable, y descalifica el texto en su conjunto. Pero hay más.
Relacionado con esto, Escolar cae en una falacia de libro, una de
falsa dicotomía: por un lado están los países que no condenan con
cárcel la injuria y la calumnia; por otro, los países donde vas a
la cárcel por expresar tu opinión. Los unos son los países
civilizados; los otros son la barbarie: España, Turquía, Rusia…
Es una dicotomía
falaz.
Es evidente que no
existe una dicotomía del tipo “o se castigan las injurias y calumnias; o
no se castigan los delitos de opinión”.
Para empezar, la
segunda parte de la dicotomía es mucho más amplia que la primera, e
incluye cosas potencialmente mucho más graves (incitación al uso de
la violencia, incitación al odio, apologías del terrorismo...).
Además, no sé si
hay algún país en el mundo en el que no se pueda ir a la cárcel
por opinar, aunque reconozco que no he tenido tiempo de hacer un
estudio pormenorizado para confirmarlo (ni lo voy a tener, ni es mi intención
dedicarme semejantes tareas). De todos modos, sí puedo dar algún
dato creo que pertinente.
En Europa
continental Francia tiene leyes casi como las españolas en las que
se castiga la “apología del terrorismo”; Alemania castiga
también con penas de cárcel la “humillación a las víctimas”…
(No entro en otros casos de posibles delitos de opinión, ni en otros
países, porque no soy experto, no tengo tiempo, y es un tema
amplísimo y complejísimo, muchísimo más de lo que parece dar a
entender Escolar en este texto).
Es evidente que hay
muchos países -de nuestro entorno cultural- que puede que no
condenen con cárcel las injurias y las calumnias -esto depende, hay
que ir caso por caso-, pero en los que de todos modos “lo que dices
o lo que escribes puede llevarte a la cárcel”.
Los ejemplos que
pone son, para colmo, muestra de esto mismo: es falso que en el
Reino Unido no puedas ir a la cárcel por expresar tu opinión. Es
falso también en el caso de Holanda. Y, aunque estoy menos seguro,
parece que también lo es en Suecia. En estos tres países puedes ir
al trullo, como mínimo, por expresar opiniones que inciten al odio
(por raza, orientación, sexual, etc).No sé en otros cosos, pero por eso, fijo.
Conclusión:
1. Sigo estando de
acuerdo con la tesis fundamental del artículo: no se puede meter en la cárcel a alguien por bocazas y por descerebrado, sea escribiendo
tuits, o sea rapeando. Las leyes españolas son brutales, excesivas,
y especialmente duras, y deben ser derogadas sin más.
2. El Estado español
es probablemente inviable dadas la actuales circunstancias, y quizás
como consecuencia de la historia que tenemos detrás, y dadas también
las miserias morales e intelectuales que están mostrando los unos, y
los otros. Además, ni que decir tiene: el Estado español tiene un
montonazo de defectos, muchos de los cuales a mí me exasperan.
3. El Estado español
no es ni de coña el Imperio del Mal. Por más que haya derivas que
yo -y Escolar- condenemos. Turquía, Rusia, Ucrania, Marruecos, etc,
están separadas por un gigantesco abismo de España en todo lo
referido a derechos civiles y libertades individuales.
4. Escolar
simplifica, manipula y usa una falacia argumental bastante penosa y
chusca.
5. Estoy ya bastante
harto de demagogias y de sectarismos. Y yo por aquí no paso, esto sí
que no voy a parar de denunciarlo, interese o no interese, guste o no
guste. Manías que tiene uno.
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