¿Es superior Cataluña?
Otra vez vuelve el circo
catalán a las portadas, y otra vez me
pongo a darle vueltas al asunto. Y el caso es que me ha dado por preguntarme
una cosa bastante elemental, y que está siempre en el aire cuando se piensa o
se habla de este jaleo. Lo resumiré en una pregunta: ¿es superior Cataluña? La
cuestión puede parecer simple, incluso brutal, pero es absolutamente pertinente.
No en vano, esa es una afirmación de lo más frecuente, fuera y dentro de
Cataluña, que mucha veces se esgrime como argumento a la hora de explicar la
crisis. Alguno me dirá, “no, la cuestión no es si son
superiores, sino si son diferentes”. Y el caso es que
uno está mayor para tonterías eufemísticas, así que me voy a permitir el lujo
de ignorar ese tipo de comentarios. El nacionalismo lo expresa, a veces sin
rubor (“Som millors”), desde fuera y desde dentro de Cataluña es algo muy
asumido por amplios sectores: tienen más nivel, hay que reconocerlo, están un
punto más allá.
En esto no hay duda.
Cataluña está por encima de la media. Son más ricos, más o menos un 25% más
ricos que la media. Tienen menos paro, más industria, tienen un turismo del copón (porque
Cataluña está en el Mediterráneo, y tiene montañas cojonudas, y valles, y
paisajes pintorescos, y patrimonio…). O sea, sí, económicamente son un 25% “superiores” que la media.
2. Nivel cultural.
Uno esperaría que, puesto
que son bastante más ricos, fueran a ser también bastante más cultos. Y aquí
empiezan las sorpresas. Si se tienen en cuenta los datos de los dos enlaces que dejo abajo, la conclusión es que Cataluña está en la media. Y si se ponderan esos datos con el nivel de renta, pues resulta que están
bastante por debajo de la media. Informe Pisa; Índices de lectura.
3. Administración,
capacidad organizativa.
Sobre esto he encontrado
un documento interesantísimo: European Quality of Government Index 2017.
Cataluña
está por debajo de la media de España (aunque por muy poco). Y esta sí que es gorda, porque una de los pilares
centrales de la matraca independentista es el de decir que si ellos estuvieran solos
aquello sería Jauja, porque ya no formarían parte de un país chapucero, desorganizado,
poco menos que tercermundista. Y resulta que en lo que ellos gestionan, en lo
ámbitos que ellos mismos organizan (que son muchísimos, por cierto), pues lo
hacen peor, incluso mucho peor que típicos reductos del tercermundismo y del
primitivismo, como Aragón (nótese la ironía, que todo hay que explicarlo
últimamente). La cosa no es para alarmarse, o sea, que no es que Cataluña esté
en otra división, más bien al contrario: es españolísima en cuanto a eficiencia
organizativa de las administraciones públicas.
4. Patrimonio.
El arrebato patriotero
de Jordi Cabré (“Som millors”) está basado en parte en la idea de que Cataluña
tiene más y mejor patrimonio (más gótico, más románico, más de todo). Aquí el
problema es que esto es difícilmente mensurable, y a lo más que podemos aspirar es a una burda
aproximación intuitiva. Dejo este enlace sobre lugares Patrimonio de la Humanidad
por Comunidades Autónomas.
Es fácil concluir que
Cataluña es una potencia a este respecto. Sin embargo, pensando un poquito en
lo que también hay en otras regiones, la conclusión es más bien la de siempre:
Cataluña es una potencia, como lo es también el resto de España. Otra vez,
empate.
Una vez más lo mismo: en la media. Incluso a pesar de ser más rica que el resto (lo cual suele tener un impacto radical en este tipo de índices) Cataluña tampoco consigue destacar. En Cataluña se vive como Dios, pero sobre todo si no estás en la clase baja. O sea, como en el resto de España. Cataluña es un lugar bonito, muy seguro, con infinidad de posibilidades para disfrutar el tiempo libre, con buenas infraestructuras, etc. Lo dicho, como España en general.
7. Civismo.
Esto es difícil de medir, más bien imposible, así que no tenemos más remedio que fiarnos de impresiones o apariencias, aunque podemos echar mano también de algún que otro dato.
Sin embargo, si las diferencias fueran notables, deberían ser fáciles de detectar, evidentes, visibles para todos. O sea, que podemos ya de entrada descartarlo: Cataluña en absolutamente nada muestra un carácter más cívico que el resto del Estado. No hay ningún dato, ningún número sobre violencia o delincuencia que afirme que está por encima de la media. Cataluña no es un lugar más limpio que el resto de España (sobre esto hay un ranking, sobre ciudades). No se ve por ningún sitio que las protestas sean más pacíficas y cívicas. No se ve en absoluto que se den unas relaciones sociales más fluidas (más bien al contrario, el fenómeno nacionalista -que algunos estamos empezando a conocer mucho mejor gracias al "procès"- indica un grado de sectarización grupal ausente en el resto de España). Ningún indicador apunta a que Cataluña sea menos desigual. El uso de transporte público es el normal para España. Tampoco hay ni un solo medidor que indique que Cataluña es menos racista o machista que el resto. Esto último es importante remarcarlo: no hay nada que demuestre, ni por aproximación, que Cataluña sea más feminista o que sea más integradora y acogedora con los extranjeros que Andalucía, Madrid, Aragón... No hay nada. Un ejemplo: las manifestaciones feministas del pasado 8 de Marzo fueron masivas en Cataluña, pero en exactamente la misma medida que en el resto del país (Madrid, Valencia, Bilbao, Sevilla, Valladolid...).
Aquí es necesario andar con cuidado, porque, como dije arriba, esto no es medible. Pero me atrevo a afirmar -y lo hago sin temor a equivocarme-: Cataluña no es más cívica que el resto de España (si lo fuera, las diferencias serían imposible de apreciar). De hecho, si nos fijamos en los últimos acontecimientos políticos, lo que podemos observar es un grado de división social y de enconamiento grupal muy superior al resto del país, además basado en razones identitarias, algo que hace el fenómeno particularmente irracional y peligroso.
Podemos afirmar, también con un alto grado de certeza, que hay un sector considerable de la opinión pública dentro de Cataluña que sí cree que Cataluña es más cívica (mucho más). Esa creencia, como se ve, no tiene ninguna base.
7. Civismo.
Esto es difícil de medir, más bien imposible, así que no tenemos más remedio que fiarnos de impresiones o apariencias, aunque podemos echar mano también de algún que otro dato.
Sin embargo, si las diferencias fueran notables, deberían ser fáciles de detectar, evidentes, visibles para todos. O sea, que podemos ya de entrada descartarlo: Cataluña en absolutamente nada muestra un carácter más cívico que el resto del Estado. No hay ningún dato, ningún número sobre violencia o delincuencia que afirme que está por encima de la media. Cataluña no es un lugar más limpio que el resto de España (sobre esto hay un ranking, sobre ciudades). No se ve por ningún sitio que las protestas sean más pacíficas y cívicas. No se ve en absoluto que se den unas relaciones sociales más fluidas (más bien al contrario, el fenómeno nacionalista -que algunos estamos empezando a conocer mucho mejor gracias al "procès"- indica un grado de sectarización grupal ausente en el resto de España). Ningún indicador apunta a que Cataluña sea menos desigual. El uso de transporte público es el normal para España. Tampoco hay ni un solo medidor que indique que Cataluña es menos racista o machista que el resto. Esto último es importante remarcarlo: no hay nada que demuestre, ni por aproximación, que Cataluña sea más feminista o que sea más integradora y acogedora con los extranjeros que Andalucía, Madrid, Aragón... No hay nada. Un ejemplo: las manifestaciones feministas del pasado 8 de Marzo fueron masivas en Cataluña, pero en exactamente la misma medida que en el resto del país (Madrid, Valencia, Bilbao, Sevilla, Valladolid...).
Aquí es necesario andar con cuidado, porque, como dije arriba, esto no es medible. Pero me atrevo a afirmar -y lo hago sin temor a equivocarme-: Cataluña no es más cívica que el resto de España (si lo fuera, las diferencias serían imposible de apreciar). De hecho, si nos fijamos en los últimos acontecimientos políticos, lo que podemos observar es un grado de división social y de enconamiento grupal muy superior al resto del país, además basado en razones identitarias, algo que hace el fenómeno particularmente irracional y peligroso.
Podemos afirmar, también con un alto grado de certeza, que hay un sector considerable de la opinión pública dentro de Cataluña que sí cree que Cataluña es más cívica (mucho más). Esa creencia, como se ve, no tiene ninguna base.
8. Amabilidad de sus
gentes.
En esto no tengo ninguna
intención de meterme, por razones obvias. Lo añado más como una broma. Sin
embargo, al referirse a este tema hay quien jura que los catalanes son un poco
amargacenas y un tanto fríos; y hay quien también dice que eso es una
gilipollez basada en un prejuicio ancestral. Yo me inclino más bien por lo
segundo, aunque yo –que soy de Palencia y tengo el estándar fijado en niveles
bajos- tiendo a pensar que todo el mundo es más bien simpático (incluidos los
catalanes). O osea, que les voy a poner, de nuevo, en la media (aunque esta vez por pura intuición, sin datos).
CONCLUSIÓN.
No sé si los catalanes
serán muy diferentes del resto de españoles (aunque después de muchos meses de darle
vueltas y vueltas, me inclino más bien por pensar que no tanto). Lo que sí me queda bastante claro es que son muy poco o nada superiores, o al menos yo no
encuentro absolutamente nada en que basar esa supuesta superioridad.
Comentarios
Publicar un comentario