¿Está justificado el "procès" secesionista?

Esta entrada está inspirada por una frase de mi amiga Noelia dentro de una réplica en Facebook:

“Yo estaba en contra de aplicar el 155 y de la DUI. La llamada al voto el 1O me pareció una manifestación de fuerza de una sociedad harta de ser humillada y ninguneada”.

CONTRA-ARGUMENTAR ESTO ES FUNDAMENTAL EN ESTE CONTEXTO (me refiero a la parte en negrita). Se trata de la piedra angular de todo el edificio "procesista". Si los independentistas no tienen razón en eso, entonces el “procès” está injustificado, y es ilegítimo, y no debe merecer ningún apoyo de ningún tipo, ni por sus modos, ni tampoco por sus motivaciones
Ya te he comentado en otras ocasiones que en En Comú se comete el error garrafal de no ser claro a este respecto:
“No lo comparto, pero estoy de acuerdo con sus motivaciones”
“No lo comparto porque no me gustan su métodos; pero luego participo y colaboro con él”

Repaso las supuestas razones de la humillación y el ninguneo:

1. El Estado español no nos da “derecho a decidir”, no reconoce el derecho de autodeterminación.
Creo que comprenderás muy bien que incidir en este punto sería caer en un argumento circular: “Exigimos derecho de autodeterminación porque el estado no nos reconoce el derecho de autodeterminación, y eso es humillante” (Obviamente, la razón debe ser otra).

2. El Estado español no respeta y reprime nuestra cultura.
Prefiero no centrarme en la expresión “cultura catalana”, porque es algo casi imposible de definir, y de medir, y de comparar. En todo caso, resulta evidentemente falso que dicha represión esté teniendo lugar en estos momentos (a no ser que alguno pueda creer y demostrar que el Estado español está haciendo imposible la preservación, por ejemplo, del románico catalán, porque es catalán; o esté prohibiendo o reprimiendo la sardana o la música popular catalana, etc).
Lo que es relativamente más fácil de medir es la lengua, que es el meollo de la cuestión, y así lo reconocen los indepes. El Estado español estaría, según ellos, reprimiendo el uso del catalán, asfixiándolo. Una vez más, tienen un problema, porque es falso, sin más. El catalán está siendo promocionado por el Estado español, a todos los niveles, desde que se inició la democracia. Fruto de ello es una lengua que está ya totalmente normalizada, y consolidada, y en franca expansión en los ámbitos académicos y de producción cultural (Dejo aquí este link, con un titular engañoso, curiosamente de El País; son datos de 2014, el catalán había bajado algo, por la llegada masiva de inmigrantes extranjeros, pero la misma Generalitat se siente satisfecha al respecto de su situación: “La Generalitat se ha mostrado triunfalista en su análisis. "Vamos al alza", ha celebrado la directora general de política lingüística, Ester Franquesa”

3. Espanya ens roba.
Es falso, y en esto está de acuerdo literalmente todo el mundo, incluso algunos independentistas lo reconocen a veces (sobre todo cuando salen de Cataluña, a nivel interno no tanto, o casi nada). El eslogan se usa mucho menos ahora, solo por una razón: el movimiento independentista se vende a sí mismo como un movimiento progresista y solidario.
Da pereza tener que desmontar una trola de estas dimensiones, es una tontería sin base en ningún dato (Junqueras -el conjunto del nacionalismo- se ha tirado décadas mintiendo sin rubor al respecto). No costaría nada de nada poner aquí algunas cifras al respecto, pero mejor lo dejo, para no extenderme de forma excesiva, e innecesaria.

4. Motivos históricos: Catalunya es una nación colonizada (desde 1714).
Este no es el espacio para rebatir esto, porque supongo que tú no eres nacionalista. Sin embargo, es importante dejar clara una cosa: fuera del nacionalismo catalán, y en términos estrictamente académicos y científicos, dicha afirmación es simplemente delirante.
Sin embargo, la fuerza de dicho punto de vista es fortísima dentro de Catalunya, la fe en la verdad incontrovertible de la misma es casi total. Estamos ante nacionalismo, y es lo que tiene: “Catalunya ES una nación; Catalunya, por tanto, debe tener un Estado”. Esto es algo en la práctica compartido, de una forma o de otra, por la casi totalidad de los partidarios de la independencia. Por más que una mayoría te jure que NO es nacionalista, la realidad es que muchísimos SÍ usan argumentos nacionalistas, también en la CUP.
En todo caso, es un argumento solo comprensible y aceptable en términos estrictamente esencialistas, nacionalistas: “El ser de Catalunya no está siendo respetado; el Estado español está perpetrando una agresión contra la naturaleza y la realidad intrínseca de las cosas, de la historia, al forzar dentro de su seno a una nación que es en esencia y necesariamente independiente y, por lo tanto, debe poseer su propio Estado”.
Te habrás dado cuenta de lo poco -o nada- que se oyen este tipo de mensajes, sobre todo fuera de Cataluña. ¿Por qué? Porque es una superchería indefendible en términos racionales en el sXXI, porque suena a teología trinitaria.
Solo desde la asunción de este punto de vista -y desde una tergiversación grotesca de la historia y de los datos económicos más evidentes- se puede poner a Cataluña en pie de igualdad con las colonias de América que se independizaron de España durante el siglo XIX, o con la India, o con el Sahara…

Sobre esto de la historia, como pequeña muestrita, te dejo un link a una entrevista de uno de los historiadores más respetados y de más prestigio de España. Roberto Fernández Díaz (ninguna relación con el ex-ministro): catalanista, y hombre progresista, rector de la Universidad de Lleida y máximo experto en historia del sXVIII (Premio nacional de historia en 2015 por “Cataluña y el absolutismo borbónico”).
Merece la pena ver los primeros 7 minutos, directamente relacionados con el tema en cuestión.
Roberto Fernández es un señor ecuánime, racional, enemigo de polémicas… Su actitud es de lo que más se echa de menos en todo este circo, y es el tipo de persona que está siendo marginado y ninguneado de la forma más cruel y salvaje en el actual conflicto (por supuesto, él no protesta ni dice nada sobre ello, porque está en otras cosas).

CONCLUSIÓN.

Es evidente que estamos ante una crisis de sistema en Catalunya. La crisis económica e institucional vivida en los últimos 10 años hacen necesario un cambio del estatu quo. La demanda de cambio en Cataluña es casi unánime, ignorarlo sería suicida (justo lo que pretende hacer el Partido Popular y Rajoy).

El descrédito de la democracia española en Cataluña en estos momentos es considerable, y ello es debido a causas objetivas (corrupción, ineficiencia, crisis económica, desigualdad…), y no objetivas (campaña de trolas y medias verdades del independentismo, cuya lógica interna lo empuja a caracterizar el Estado español como la encarnación del mal en la tierra). En todo caso, la situación es la que es, y hay que buscar soluciones.

Sin embargo, de todo lo expuesto arriba se desprende:
En absoluto estamos ante una situación que justifique el llamado “procès”, una revolución secesionista (echa un vistazo a la entrada anterior de este blog, Joan Queralt lo explica muy bien). Una tal revolución secesionista solo puede estar justificada en virtud de una violación manifiesta y generalizada de derecho humanos, y no parece que sea el caso.

Comentarios

  1. Alfredo, estoy contigo hasta las últimas dos frases. Ahí me has perdido, aunque sospecho que tal vez nuestras posiciones no estén tan distantes como en una primera lectura me pareció entender. Te expongo mis dudas:

    #1) Es un 'procés' secesionista legítimo sólo en caso de violación manifiesta y generalizada de derechos humanos? Yo aquí entiendo que la respuesta es 'No', y que un grupo de ciudadanos puede alcanzar legítimamente el derecho de formarse como nueva nación si se dan ciertas circumstancias, entre las cuales la violación de sus derechos por parte del estado actual es condición suficiente, pero no necesaria. Véase el caso escocés a modo de ilustración, salvando las obvias distancias, de un 'procés' secesionista llevado a cabo legítimamente sin necesidad de estar justificado por nada más que un anhelo de una parte significativa de la sociedad.

    #2) Tenemos ahora en Cataluña una 'revolución secesionista'? Yo por revolución entiendo un proceso en el cual la violencia es el mecanismo indispensable para alcanzar los fines últimos (en este caso, la independencia). No veo que sea el caso en Cataluña. Es cierto que se ha registrado un cierto nivel de conflicto, pero dista mucho de llegar a ser una mera sombra de lo que teníamos en Euskadi en los años del plomo, y no digo nada de lo vivido en muchos otros lugares con procesos de secesión violentos, sin importar su legitimidad. No puedo evitar sentir que llamar a los sucesos de Cataluña 'revolución' es una exageración bastante grosera, y que a lo sumo uno podría llamarlo 'movimiento'.

    Por lo demás, lo veo como tú escribes.

    Un saludo,

    Der Perit.

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    Respuestas
    1. No me estoy refiriendo a un "proceso secesionista" en general. Me estoy refiriendo a este: unilateral, y consistente en una institución del Estado que se revela (da un golpe) contra el propio Estado.
      En España, en estos momentos, no considero legítimo ese medio unilateral, esa superación fuera de norma del marco de mínimos –marco que se ha prometido cumplir y hacer cumplir-. El golpe independentista podría tener algún tipo de justificación si se dieran dos premisas: 1. El pacto constitucional ha sido roto por el Estado (violaciones de derechos individuales, violaciones de derechos colectivos estatutarios, etc.). 2. Si es demostrable que no existe una vía disponible dentro de ese orden para reconducir la situación.

      El término "revolución" es discutible, yo lo uso justamente porque es el que han utilizado los propios indepedentistas en varias ocasiones (echa un vistazo a mi entrada sobre Joan Queralt). No es una revolución violenta -al menos no está basada en el uso expreso de violencia física-, pero sí se una revolución, aunque una del siglo XXI: se pretende transformar el marco de mínimos de forma radical, unilateral y no negociada. Es una revolución que no incluye disparos en la nuca, ni bombas. Pero sí posee un grado considerable de coacción, en tanto se está usando el poder inmenso de una institución del Estado para imponer un nuevo orden constitucional contra la voluntad de más de la mitad de la población, y a través del uso de medios legales, y propagandísticos; usando además el peso coactivo que imponen los cientos de miles de partidarios a los que se empuja explícitamente a invadir la vía pública, e incluso a hacer imposible el cumplimiento de las leyes.
      Yo, amigo Ignacio, jamás había tenido problemas para dormir por cuestiones políticas. Creo que minusvaloras el nivel de presión, de coacción y de violencia psicológica y verbal que supusieron los acontecimientos de septiembre y octubre de 2018. Recuerdo muy bien la sensación, aquello no era la política normal. La gente llamaba a la radio y se echaba a llorar, la gente se está dejando de hablar en Cataluña, y fuera de Cataluña. Recuerdo el dramatismo, recuerdo el miedo, recuerdo la esperanza de que por fin Puigdemont se apeara del burro y convocara elecciones... Y nada: más tensión, más manifestaciones masivas, más ceremonias de autobombo masivo colectivo y de odio grupal. Nuestros alumnos de aquellos meses lo recordarán muy bien. Recuerdo el 1 de Octubre como si fuera ayer, y la votación de la DUI. Recuerdo Els Segadors una y otra vez, sus notas lúgubres, su letra “bon cop de falç, defensors de la terra” (Buen golpe de hoz, defensores de la tierra –el golpe de hoz, por cierto, es para los invasores españoles-).

      O sea, ESTA secesión no está justificada (ni lo estaría en una situación equivalente en ningún lugar ni tiempo).
      La palabra revolución la puedes sustituir por la que más te guste. Pero que no me hablen de “pacifismo cívico”, pero lo que se ha vivido y aún se está viviendo en España y en Cataluña es todo, menos cívico y pacífico, por más que no se usen las pistolas.
      De hecho, estoy ya un poco harto de que se nos recuerde constantemente que no usan la violencia. Como si les estuviéramos que estar agradecidos por ello ¡solo faltaba! Es como si estoy discutiendo contigo y te recuerdo que soy muy cívico y muy pacífico porque no te estoy agrediendo, de momento. Esa matraca con el pacifismo suena a ratos como amenaza: cuidado, que la cosa puede cambiar, se nos está acabando la paciencia.

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    2. Otra cosa interesante: durante décadas hemos tenido problemas para detectar el grado de sectarismo del nacionalismo catalán, por muchas razones, pero una de ellas es claramente el conflicto en Euskadi: los disparos de ETA, el brutalismo abertzale, eran un contraste total con la cívica Cataluña. En realidad, la cívica Cataluña está metida en juegos de exclusión y de exlcusivismo identitario desde el inicio del Pujolismo. La obsesión con la lengua, la cultura propia, con el contraste entre Cataluña y España, los de dentro y los de fuera no viene de hace dos días. Lo de llamar “colonos” a los cutres de Cornellá no tiene dos días, ni mucho menos. Lo nuevo es la intensidad: la crisis económica, social y política ha hecho que aumente, y se extienda; igual que la ultraderecha se extiende por el centro de Europa (la válvula de escape populachera y demagógica es distinta en el Reino de España).

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